viernes, 19 de agosto de 2011

Novedades Verano 2011

Ficción:


Cantares de Ise (Ise Monogatari). Hiperión, 2009. Poesía.

Cantares de Ise (Ise Monogatari) es la obra más famosa de la literatura clásica japonesa. Se difundió anónimamente hacia el año 950 de nuestra era, aunque su acción se remonta al siglo anterior. Su protagonista, Narijira de Ariuara, soldado, poeta y amante cortesano, fue también autor del diario íntimo, hoy perdido, en que recogió originariamente estos 125 episodios autobiográficos, amorosos en su mayor parte, así como los poemas que le inspiraron. Este diario reelaborado y completado por un autor anónimo un siglo después, forma el texto al que tradicionalmente se ha dado el nombre de Cantares de Ise.

Se trata de una obra de difícil clasificación, ya que es al mismo tiempo la primera historia novelada, la primera narración lírica, la primera épica dramatizada y el primer ensayo sobre el amor y la muerte de la literatura japonesa.

Ilustran esta edición 16 grabados procedentes de la primera impresión japonesa de los Ise Monogatari (Kyoto, 1608), de autor desconocido. (Reseña de la editorial)



El rocío del loto (Hachisu no tsuyu): diálogo poético. Ryookan-Teishin. Hiperión, 2010.

El Maestro Ryookan hizo sus votos a los veintidós años y estuvo cuatro estudiando budismo con el Maestro Kokusen. Realizó luego numerosos viajes, visitando a reconocidos maestros Zen y continuando sus prácticas durante diez años.

Volvió luego a Izumozaki, su tierra natal, recorriendo diversos lugares hasta asentarse al fin en la montaña Kugami, donde vivió en soledad y siguió realizando sus prácticas durante treinta años. Como ya era mayor, Kimura, uno de sus alumnos, recomendó a Ryookan que se trasladara a una cabaña vacía en su tierra. Él lo hizo y pasó en ella los últimos seis años de su vida, hasta 1834.

Teishin, una monja joven, le visitó con frecuencia en esa época, acompañándole hasta la muerte. Cuatro años después se ocupó de recopilar los poemas que habían compuesto ambos, y los conservó y releyó durante toda su vida, recordando el pasado. Murió 41 años más tarde, a la edad de 75. Fue el honorable Seiri, uno de los admiradores de la obra de Ryookan, quien dio a esta obra el título de El rocío del loto. (Reseña de la editorial)





Un occidental en Japón, de Donald Keene. Nocturna, 2011. Memorias, viajes.

Donald Keene es uno de los expertos en Japón más famosos del mundo y autor de más de cincuenta libros relacionados con la literatura japonesa. Pero en sus memorias Keene no sólo habla de literatura: describe su participación en la Segunda Guerra Mundial como agente secreto e intérprete del japonés; su amistad con Yukio Mishima, Junichiro Tanizaki, los Nobel Yasunari Kawabata y Kenzaburo Oé (aunque también con occidentales, como, por ejemplo, Greta Garbo y E. M. Forster); sus viajes (entre otros, a España durante y después del franquismo) y los cambios a los que se vieron sometidas Tokio y Kioto.

Ilustradas por Akira Yamaguchi, las memorias de Keene no sólo suponen la crónica de un choque cultural, sino también un acercamiento geográfico e histórico a un Japón lleno de contrastes. (Reseña de la editorial)





Flores de Verano, de Tamiki Hara. Impedimenta, 2011.

Tamiki Hara se hallaba en Hiroshima el día 6 de agosto de 1945 a las ocho y quince minutos, momento en que estalló la bomba que impondría una nueva manera de contemplar el mundo.

Como él mismo describe en su impactante Flores de verano (obra ganadora del Premio Takitaro Minakami), en ese instante el autor se hallaba en una casa construida por su padre, lo suficientemente lejos del lugar de la explosión, gracias a lo cual pudo sobrevivir. Valiéndose de tres momentos narrativos diferentes, Hara narra el antes, el durante y el después de la tragedia.

Con un lenguaje exento de florituras, durísimo, preciso y contundente, pero lleno de una hermosura casi poética, el autor narra cómo afloran a su alrededor la confusión, la destrucción, el horror, y lo mejor y lo peor de la condición humana.

Esta obra, de una crudeza inusual, sufrió durante años la censura que prohibía a los japoneses publicar ningún tipo de escrito sobre la guerra. Es la primera vez que se traduce al castellano. (Reseña de la editorial)





Sayonara, Mio, de Takuji Ichikawa. Alfaguara, 2011.


Un año después de la muerte de Mio, su esposo, Takkun, y Yuji, su hijo de seis años, llevan una vida triste. Takkun es incapaz de realizar las mínimas tareas necesarias para cuidar de la casa, de Yuji y de sí mismo. Todo cuanto hace es escribir una novela sobre su mujer.

El primer día de la estación de las lluvias, Takkun y Yuji están dando un paseo por un bosque, cerca de una vieja fábrica de sake, cuando encuentran a Mio —sea como fuere, es igual que ella. Pero Mio no tiene recuerdo alguno de la vida o de la muerte. Ha regresado para estar con ellos, tal y como prometió. Deben vivir aún muchos días juntos, y debe explicarles muchas cosas, antes de volver a despedirse.

Con esta novela conmovedora, donde no faltan el humor y la reflexión, Ichikawa cautivó a dos millones y medio de lectores, ocupando un lugar insoslayable en la actual literatura japonesa. (Reseña de la editorial)




La niña que iba en hipopótamo a la escuela, de Yoko Ogawa. Funambulista, 2011.

Al cumplir doce años, Tomoko, huérfana de padre, deberá cambiar de ciudad y separarse de su madre para ir a estudiar primero de secundaria.

Para ello irá a vivir a casa de su prima Mina, una lujosa mansión de estilo occidental, cerca de Kobe, donde todo es singularmente diferente: su prima se pasa el día entre libros, o jugando con cerillas, su tío (director de una conocida fábrica de bebidas) es mestizo y se ausenta misteriosamente de la casa, y su tía abuela Rosa es alemana y habla a duras penas japonés. Pero, sobre todo, en la finca (que en su tiempo había albergado un zoo) vive un hipopótamo enano, que Mina utiliza como medio de transporte para ir a la escuela primaria, debido al asma crónica que la aqueja.

Esta novela (Premio Tanizaki 2006), llena de optimismo mágico y de poesía, ambientada en los años 70, se inscribe en el ciclo dedicado a la amistad y la infancia iniciado por Yoko Ogawa (la novelista japonesa más conocida en su país y fuera de Japón) con La fórmula preferida del profesor, best-seller internacional, del que se vendieron más de dos millones de ejemplares sólo en Japón. (Reseña de la editorial)

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