La bailarina, de Ogai Mori. Impedimenta, 2011
La bailarina, novela breve que compuso en 1890, retrata de forma autobiográfica aunque adoptando el nombre de Toyotaro, un idilio en primera persona (algo absolutamente rompedor en la literatura japonesa) en el que, como autor-protagonista, nos relata su experiencia flanêur en el continente que atraviesa y su romance con una joven bailarina de nombre Elise en el Berlín prusiano. Y conocemos a través de un tono romántico y trágico (muy influido por Goethe y Schiller, a los que también traduce), aislacionista e introspectivo, en lo que son algunas de las claves estéticas de su estilística, como teinen, un estado mental de serenidad emocional resignada con el que se enfrenta al mundo, kamen (máscara) o eien naru fuheika (eterno descontento), con los que regará el resto de su producción literaria; una historia de amor frágil y trágica, nacarada y exquisita, aunque ultrajada, que es la respuesta oriental especular más homóloga a Madame Butterfly de Puccinni, y a ese universo embriagador por el que es ahora un japonés el que queda sobrecogido bajo el hechizo de la belleza de una rubia y joven alemana. Y a través del cual accedemos a un relato que mezcla la sencillez y el calado proverbial, la contención emocional tan típicamente oriental, el frenesí del ámbito de la ciudad y la refrescante, turbadora y violenta compilación de estímulos emocionales y sentimentales propios de los contextos europeos de esos años bajo la mirada cautelar, precavida y herida, de Ōgai Mori. (Reseña de la editorial)
Mil otoños, de David Mitchell. Duomo, 2011
Jacob de Zoet se encuentra en Deshima, el único enclave comercial japonés que durante la era Edo permite la presencia extranjera. Este joven holandés espera poder reunir en cinco años el dinero suficiente para casarse con la bella Anne. Sin embargo, su estancia se complica cuando conoce a Orito, una hermosa e inteligente comadrona que tras la muerte de su padre, el prestigioso doctor Aibagawa, desaparece misteriosamente. En medio de las intrigas de comerciantes, timadores y colegas cuyo proceder parece haberse contagiado del oscuro clima de la isla, Jacob intentará descifrar el contenido de un misterioso pergamino que parece contener la clave para comprender la desaparición de Orito, su amor prohibido, y los secretos que rodean a la enigmática Hermandad del monte Shiranui. «Se desarrolla cuidadosamente, como las flores japonesas que brotan cuando se ponen sobre el agua.» MICHIKO KAKUTANI (www.casadellibro.com)
Loco por el haiku, de David G. Lanoue. Funambulista, 2011
Loco por el haiku es la primera verdadera novela-haiku de la historia, una novela en que los personajes viven por y para el haiku.
En ella asistimos a cómo Dientes Salientes, joven provincial del Antiguo Japón, se convierte en discípulo del gran maestro de haiku: Taza de Té.
Al hilo de esta inciación, el lector visitará, de la mano de Dientes Salientes, la antigua y mítica ciudad de Edo, así como (gracias al túnel del tiempo que es esta novela) la contemporánea Nueva Orleans —donde el joven descubrirá el amor—, asistirá a diversas escuelas competidoras de haiku en un memorable e hilarante taller de escritura para, a la postre, entender lo que significa ser poeta. «Haiku es la vida, la vida es haiku».
A través de la poesía haiku y de un fino e irónico humor, el profesor David Gerard Lanoue nos introduce con ésta su originalísima «novela-haiku» (destinada a convertirse en una obra de culto en la comunidad haiku mundial), en un auténtico laboratorio de escritura en el que el aprendizaje del haiku corre parejo al de la vida. (Reseña de la editorial)
Alada claridad, de Yosa Buson. Pre-Textos, 2007
Canta el ruiseñor
con su pequeña boca
inmensamente abierta
Yosa Buson, poeta y pintor japonés del siglo XVIII, nació en Osaka. Leyendo estos cincuenta haikus suyos sobre vuelos diversos, sorprende cuánto sabía de aves. En una época sin bibliotecas públicas ni manuales de ornitología, su ciencia pajarera provino del conocimiento de la cultura clásica japonesa y china y de frecuentes recorridos por costas y montes de la isla de Honshu. Buson era sin duda un buen haijin (hombre del haiku): afincado en el estudio y el vagabundeo, cazador de momentos fugaces, observador de la naturaleza. Sin dejar de ser un artista avisado. (Reseña de la editorial)
Autobiografía, de Akira Kurosawa. Fundamentos, 2011
Con el Oscar especial concedido a su última película Los sueños de Kurosawa, nuevamente la atención mundial se centra en la figura de este director japonés.
Gracias a Autobiografía el lector podrá conocer cómo rueda Kurosawa, cómo empezó en el cine, de dónde, y de quién, aprendió. Pero encontrará algo más: el relato de su infancia y su adolescencia, los maravillosos recuerdos de este niño en el Japón Imperial de los años veinte. Recuerdos, sueños, nostalgias que han inspirado su imaginación para construir el fabuloso mundo onírico de Los sueños de Kurosawa.
El libro se complementa con su Filmografía completa. (Reseña de la editorial)
Tatuaje, de Junichiro Tanizaki. Rey Lear, 2011
Un joven tatuador japonés llamado Seikichi destacaba entre todos los demás por la perfección y delicadeza de sus voluptuosos dibujos excéntricos y sensuales. Sólo las pieles y cuerpos más atractivos tenían acceso a sus agujas, auténticos aguijones expertos en transformar el dolor en arte, de tal manera que cuanto mayor era el sufrimiento infringido mejor resultaba el tatuaje. El sadismo de Seikichi, el turbio placer que sentía provocando el sacrificio de sus clientes, no restaba un ápice a su fama, pero él perseguía la perfección y una obra maestra exigía un lienzo perfecto. Año tras año buscó infructuosamente a la mujer ideal, hasta que al contemplar los pies desnudos de una desconocida comprendió que había logrado su objetivo. Naoko Kuzano y Alicia Mariño han traducido directamente del japonés uno de los relatos más inquietantes de Junichiro Tanizaki, que el gran pintor Manuel Alcorlo ha ilustrado magistralmente, narrando en imágenes el amor enfermizo que el tatuador Seikichi sentía cada vez que hería el cuerpo de su joven tatuada. (Reseña de la editorial)
La devoción del sospechoso X, de Keigo Higashino. Ediciones B, 2011
Yasuko Hanaoka, madre soltera y divorciada, pensaba que por fin se había librado de su ex marido. Pero cuando éste aparece un día ante su puerta, en un complejo de apartamentos en Tokio, la escena se complica y el ex marido acaba muerto en su casa. Madre e hija lo han estrangulado.
De pronto, Ishigami, el enigmático vecino de la puerta de al lado, se ofrece a ayudarles a deshacerse del cadáver y buscar la coartada perfecta. Yasuko, desesperada, acepta de inmediato.
Cuando el cuerpo finalmente aparece y es identificado, Yasuko se convierte en sospechosa. Sin embargo, el detective Kusanagi, aunque no encuentra fisuras en la coartada de Yasuko, sabe que hay algo extraño. Así que decide consultar al doctor Yukawa, un físico de la Universidad de Tokio que suele colaborar con la policía. Éste, conocido como el Profesor Galileo, estudió en el pasado con Ishigami, el enigmático vecino de la sospechosa. Al reencontrarlo de nuevo, el Profesor Galileo intuye que Ishigami tiene algo que ver con el asesinato… Y lo que aflora da un giro inolvidable a esta fascinante historia.
La devoción del sospechoso X, galardonada con el Premio Naoki 2006 a la mejor novela, ha vendido más dos millones de ejemplares en Japón y ha sido llevada al cine. (Reseña de la editorial)
"Es vital que aquellos que se encuentran en el lado receptor de la violencia se pregunten por su motivo", se dice al comienzo de Piercing (Ediciones Escalera), "una verdad triste y amarga, pero importante". La valentía y la audacia con que Ryu Murakami viene indagando en la violencia y sus consecuencias en la infancia y adolescencia, característica de la mayoría de sus novelas, lo han convertido en uno de los más interesantes autores de la literatura japonesa. Con recursos propios de la novela criminal, con sequedad, violencia y efectos muy superiores a los demás conspicuo salvajismo literario, Murakami hace un retrato feroz, desesperado y contundente de la insoportable realidad de los padres abusivos.
Un craso error es creer que la infancia es, por definición, el periodo más fascinante de la vida. Piercing desmiente, a ojos vistas, esta definición. La trama gira en torno a Kawashima Masayuki, un joven padre de familia, que desde que nació su hija ya no ha vuelto a ser el mismo. Tiene pesadillas en las que mata con un punzón a la niña en la cuna: "Cogiendo el punzón ligeramente para temblar lo menos posible, colocó la punta junto a la mejilla de la niña. Cada vez que estudiaba este instrumento, con su fina y reluciente varilla de acero, se preguntaba por qué era necesario tener cosas así en el mundo. Si en realidad sólo era para picar hielo, cabría pensar que un diseño totalmente diferente serviría. Los que producen y venden estas cosas no entienden que a algunos nos entra un sudor frío con sólo ver ese extremo reluciente y puntiagudo".
A medida que avanza la novela y profundizamos en el pasado de Kawashima conocemos el trauma, el dolor, el maltrato al que fue sometido, nos enteramos de cómo, después de muchas palizas, su madre lo encerró en una institución benéfica: "Kawashima intentó recordar a los niños del Hogar, verlos con sus ojos de hombre de veintinueve años. [...] Había niñas que se acercaban a cualquier hombre mayor e intentaban llevarle la mano por debajo de su ropa interior, y había niños que mordían su propia mano de forma compulsiva. Niños que de repente empezaban a moverse espasmódicamente y a golpearse la cabeza contra la pared". Pero lo que le remuerde el alma, no es tanto el horror de lo vivido, como la certeza de que los niños luchaban con todas sus fuerzas por amar a sus padres.
Para Murakami la grisura de la vida empieza en la cuna. De ahí que un sentimiento de orfandad recorra toda la novela, al igual que ocurría en Los chicos de las taquillas, también publicada por Escalera. Y ya no hay casi nada más que decir de Piercing, pues las formas literarias de Murakami -estilo seco, sin tapujos y sin esquivar tabúes ni dulcificar la crudeza de una historia que parece escrita con un punzón- son ya ampliamente conocidas, aunque aquí a sus habituales referencias tanto literarias como cinematográficas (William Burroughs, Bret Easton Ellis, Abel Ferrara, David Cronenberg) se añaden otros modelos del género, como Paul Verhoven, cuya película Instinto básico Kawashima es incapaz de ver sin sentir un impulso criminal. (Antonio Bordón. La provincia)
Sobre la base de Nieve, luna, flores. Antología del haiku japonés, publicado en 1997, incluye aquí José María Bermejo nuevos poemas y nuevos autores -con una mayor atención a los contemporáneos-. Cada uno de los poemas aparece con su transcripción fonética en rômaji. Los "diecisiete sonidos" que configuran la mayoría de los poemas se visualizan con la división de su estructura silábica (5-7-5), que, en general, se mantiene en la traducción. (Reserva de la editorial)
Perdedores: testimonios de alemanes y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial, de Nigel Cawthorne. Sello, 2011
Perdedores es el emocionante relato en primera persona de unos cuantos de los millones de personas que combatieron contra los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Recurre a las auténticas voces de los protagonistas, soldados y civiles alemanes y japoneses, para relatar sus experiencias. Sus palabras salen de diarios, cartas, informes de interrogatorios, entrevistas y memorias personales. Fascinante e instructivo, Perdedores revela cómo fue el conflicto para dos pueblos conducidos al desastre por unos líderes ávidos de poder y fanáticos. (Reseña de la editorial)
1Q84. Libro 3, de Haruki Murakami. Tusquets, 2011
A las voces de Aomame –la enigmática instructora de gimnasia y asesina– y de Tengo –el profesor de matemáticas y escritor–, se suma, en este tercer volumen de la novela 1Q84, la de un nuevo personaje, un detective llamado Ushikawa. Su última misión, encargada por Vanguardia, el misterioso culto religioso, consistió en comprobar si Aomame era digna de confianza para trabajar para el líder. Ushikawa dio el visto bueno a la joven, pero ésta los traicionó a todos, cometió un nuevo asesinato y luego desapareció. Si el detective no logra encontrarla, la venganza de la secta se abatirá sobre él. Entretanto, Aomame y Tengo, cada uno a su modo, siguen deseándose en la ausencia, buscándose –en el más puro estilo de Murakami– casi sin moverse de su sitio, aislados, quizás a punto de experimentar un giro radical en sus vidas y esperando un reencuentro que los redima... en el mundo de 1984, o en el de 1Q84, ese fantasmagórico universo con dos lunas. (Reseña de la editorial)
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