Los chicos de las taquillas, de Ryu Murakami. Escalera, 2010. 509 p.
Hashi y Kiku fueron abandonados por sus
madres en las taquillas de una estación de tren. A Kiku lo encontraron porque
el calor le hizo gritar. A Hashi, porque el calor le hizo heder. Y eso marcó
para siempre el rumbo de sus vidas. Hashi busca un sonido concreto, el latido
del corazón de su madre. Huye de la casa de sus padres adoptivos y se instala
en el Toxicentro, el paraíso para los proscritos en Tokio. Se pinta las uñas de
verde, se prostituye, y entre cliente y cliente recibe lecciones de canto.
Hasta que un coche negro aparece en El Mercado, el lugar donde todo lo que se
vende se vende ahí, y de él baja D, el cazatalentos. Bajo la piel fresca de
Hashi halla la voz más hipnótica que encontró jamás. "Haré de ti una
estrella, niño", le asegura. Contrata a un detective para que busque a la
madre de Hashi. El encuentro será en un programa en directo de televisión. D
podrá comprarse otro rascacielos. Kiku, porque quiere correr y volar, se hace
saltador de pértiga. Entrena su cuerpo, vigila su mente, y durante un instante
separa los pies de un mundo que aborrece, un mundo lleno de gente con aspecto
de globo hinchado al que le encantaría reventar. Y porque lo aborrece, recuerda
una palabra: datura. Un amigo le aconsejó que no la olvidara si alguna vez
quería reducir Tokio a cenizas. Y quiere. Delicada y cruda, voraz y discreta,
la novela de Murakami transporta al lector a los confines del desaliento. Con
parsimonia, y sin estridencias ni concesiones, dibuja a sus personajes de forma
tan precisa que no sólo comprendemos por qué desean la destrucción, sino que
nos hace partícipes de esa explosión que cubrirá el mundo de blanco.
El expreso de Tokyo, de Seicho Matsumoto. Libros del Asteroide, 2014.
216 p.
Los cadáveres de un oscuro funcionario y una camarera aparecen una
mañana en una playa de la isla de Kyushu. Todo parece indicar que se trata de
un caso claro: dos amantes que se han suicidado juntos tomando cianuro.
Pero hay ciertos detalles que llaman la atención del viejo policía local Jutaro Torigai: el difunto se había pasado seis días solo en su hotel y en su bolsillo encontraron un único billete de tren; así que, seguramente, los amantes no habían viajado juntos. Enseguida se descubre también que el funcionario trabajaba en un ministerio en el que se acaba de destapar una importante trama de corrupción; el subinspector Mihara de
Publicado en Japón en 1957, El expreso de Tokio es uno de los best sellers más famosos de Seicho Matsumoto. Su intriga minuciosamente ensamblada y la combinación de elementos psicológicos, sociales y políticos marcaron una nueva época en la novela negra japonesa. (Reseña de la editorial)
Un
viaje llamado vida, de Banana Yoshimoto. Satori, 2014. 199 p.
La vida es un viaje que se compone de recuerdos.
Y un viaje, por más terrible que sea, es capaz de transformarse, al recordarlo,
en algo maravilloso. Banana Yoshimoto reconstruye las emociones de la
existencia (promesas y encuentros, felicidad, sorpresas, melancolía, dolor) a
partir de un aroma, de un sabor, del efecto de unas luces o del rumor de la
lluvia y del viento. De su mano viajamos al cosquilleo del primer amor, a las
pirámides de Egipto, al Tokio de los años 70, al descubrimiento de la
maternidad. En Un viaje llamado vida, La autora repasa personales y evocadores
fragmentos que atesora en su memoria, alejados de coordenadas reconocibles. Con
sutileza y maestría, sus pensamientos fluyen libres hasta el centro de su mundo
literario. Yoshimoto nos invita a adueñarnos «de nuestro propio viaje» y a
mantener la fe, porque aquello que queda al final del más difícil de los viajes
es el reflejo en nuestra memoria de un único día vivido. (Reseña de la
editorial)
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