En
esta ocasión el tema de nuestra tertulia fue la Segunda Guerra
Mundial en Japón. Iniciamos la sesión con la lectura del kamishibai
Nunca
Más,
que de una manera muy visual nos introduce en el horror que supuso el
lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki.
Seguidamente pasamos a comentar el libro, el cómic y la película
propuestos; el material seleccionado nos pareció muy acertado ya que
se trató la guerra en diferentes frentes: el Pacífico, Manchuria e
Hiroshima.
En
la novela Lluvia
Negra,
a pesar de la sucesión de dramáticas descripciones que contiene, el
autor hace gala de una sensibilidad exquisita, describiendo unos
hechos inconcebibles de manera que cualquiera puede captar su espanto
sin necesidad de recurrir a lo morboso o lo sentimental. Al estar
gran parte de la novela escrita en forma de diario, lo acontecido se
describe de una manera sencilla y natural, enumerando básicamente lo
que los sentidos perciben en momentos en los que parece que el orden
del mundo haya sido barrido por alguna locura sobrehumana. El estupor
va dejando poco a poco lugar a las reflexiones sobre qué ha podido
causar tan tremenda devastación y la constatación, casi intuitiva,
de que se enfrentan a algo nunca antes experimentado por el ser
humano. Quedan recogidos en los diarios los días posteriores al
lanzamiento de la bomba, reflejando el terrible desconcierto de una
población diezmada, herida, enferma y prácticamente abandonada a su
suerte, que no acierta a comprender qué tipo de arma se ha utilizado
contra ella. La
novela es
una semblanza perfecta de la locura de la guerra y los males que
acarrea. Se comprende que un dolor semejante infligido al hombre por
el hombre nunca debió suceder y nunca debería repetirse. Y sin
embargo, de una manera u otra, se repite cada día.
En
la película asistimos a una desesperada huida en la que Kaji,
acompañado de otros soldados y refugiados, trata de escapar de las
líneas enemigas. Por el camino le acosan las situaciones habituales
y terribles a las que ha acabado por acostumbrarse, como la crueldad,
la iniquidad, la injusticia y la desesperación. A todas ellas se
suma un descubrimiento más terrible: la propia crueldad y dureza de
la que se creía incapaz. Finalmente cae prisionero de los soviéticos
que lo confinan en un campo de trabajo. Pero Kaji escapará
nuevamente; será el amor incondicional que siente por su esposa el
que le ayude a esforzarse por volver junto a ella, que lo mantiene en
pie, mientras que el resto del mundo y de sus ideas, desaparecen con
el horror de la guerra. La película es una maravilla visual, con una
prodigiosa fotografía en blanco y negro, como las imágenes que se
suceden en el bosque por el que se arrastran soldados y refugiados,
al límite de sus fuerzas físicas y morales, y como las últimas
escenas de la película, que uno no puede ver sin emocionarse.
En
el cómic observamos el desprecio del alto mando japonés por la vida
de los soldados del ejército imperial durante la II Guerra Mundial,
vemos las inclemencias del clima en la selva, la lluvia y el barro
cotidianos, y la lucha día a día por conseguir alimentos. Pero por
encima de todo ello está el constante abuso de las autoridades.
Con
gran cantidad de onomatopeyas que hacen referencia a los golpes
sufridos, los soldados de Operación
Muerte
se ven sometidos, una y otra vez, a los imprevisibles manotazos de
los altos cargos militares. En el epílogo de la obra podemos leer
"en
la jerarquía militar estaban primero los oficiales, luego los
suboficiales, después los caballos y, finalmente, los soldados.
Estos últimos no eran considerados como personas, sino como seres
inferiores a los equinos".
La
obra es el reflejo de las pequeñas historias de la vida cotidiana
en el sinsentido de la guerra.
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