Premio Nobel de Literatura 1968
"El sonido se interrumpió y, de repente, tuvo miedo. Quería interrogarse, con calma y determinación, si había sido el sonido del viento, el rumor del mar o un zumbido dentro de sus oídos. Pero había sido otra cosa, de eso estaba seguro. La montaña".
Kawabata disecciona en esta novela las relaciones entre los miembros de una familia, marcadas por sus fantasías, deseos incumplidos, decepciones, dependencia y rencor.
Shingo, el protagonista, nos conduce -mediante lo que ve, recuerda, siente y dice- a través de este retrato de un microcosmos, descrito con precisión quirúrgica y medida estructura: casi todos los capítulos están formados por cuatro partes y sus títulos hacen referencia a un pequeño hecho físico, no fundamental en la trama, que aparece citado de manera fortuita.
En sus páginas presenciamos, con la misma claridad con que los personajes perciben y hablan sobre la realidad del entorno -los sonidos, las plantas, la luz- todos sus pequeños detalles, gestos y conversaciones, que dicen tanto como lo que ocultan, o que ocultan mientras dicen.
La novela es, en muchos momentos, opresiva, y hace sentir al lector como aquel a quien obligan a presenciar una autopsia, donde nada se esconde y todo acaba siendo revelado... Porque, pese al silencio de los personajes, nos invade la desazón cuando descubrimos -o, al menos, sospechamos- los verdaderos motivos de las palabras y actos de todos los implicados en este drama sin final cerrado...
Un texto, en resumen, extrañamente bello, duro y triste a la vez, construido sobre varios triángulos amorosos, habituales en Kawabata.
En sus páginas presenciamos, con la misma claridad con que los personajes perciben y hablan sobre la realidad del entorno -los sonidos, las plantas, la luz- todos sus pequeños detalles, gestos y conversaciones, que dicen tanto como lo que ocultan, o que ocultan mientras dicen.
La novela es, en muchos momentos, opresiva, y hace sentir al lector como aquel a quien obligan a presenciar una autopsia, donde nada se esconde y todo acaba siendo revelado... Porque, pese al silencio de los personajes, nos invade la desazón cuando descubrimos -o, al menos, sospechamos- los verdaderos motivos de las palabras y actos de todos los implicados en este drama sin final cerrado...
Un texto, en resumen, extrañamente bello, duro y triste a la vez, construido sobre varios triángulos amorosos, habituales en Kawabata.
Existe una adaptación cinematográfica titulada La voz de la montaña (Mikio Naruse, 1954) que podéis encontrar en la biblioteca.
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