domingo, 20 de abril de 2014

Cuentos de Tokio

Yasujiro Ozu, Cuentos de Tokio (1953)

Incluida en las principales listas de las mejores películas de la historia (Empire, Sight & Sound, Cahiers du Cinema, Time...), Tôkyô monogotari nos convierte en espectadores de los pequeños momentos diarios y las conversaciones en apariencia intrascendentes entre los miembros de una familia japonesa, que prefiguran sus reacciones ante un suceso vital decisivo.
Sabemos cómo son y qué les importa a través de los ojos del director y sus característicos "planos desde la altura del tatami", pero también gracias a las reflexiones de unos padres -mucho más sabios de lo que sus descendientes pueden ver- preocupados por comprobar si han tenido éxito en la educación de sus hijos.
... nos encontramos con una celebración del cine como arte popular (que no de masas), hecho por y para personas (no para consumidores). El espectador no iniciado encontrará en "Cuentos de Tokio" su obra más honda y más característica. Y en cuanto a estilo, se encontrará con que al japonés le importaba un pimiento cómo rodaban los occidentales y sus colegas influidos por ellos. Se salta el eje cuando le apetece, fruto de un sistema de planificación que apuesta por la geometrización del espacio, se niega a hacer planos en movimiento (aunque aquí hay uno de los contados en su carrera), usa siempre a los mismos actores, encuadra como nunca nadie lo ha hecho ni lo hará y se convierte en abogado del ángulo recto... (20minutos.es)
Con un ritmo lento y una puesta en escena teatral, Ozu crea una obra en apariencia sencilla pero capaz de tratar temas clave: el alcoholismo del padre y del hijo que falleció, la capacidad de perdonar, el compromiso, la separación entre padres e hijos que gana terreno a la tradicional veneración a las personas mayores, el valor de la amabilidad, la contraposición de los mundos rural y urbano o de la solidaridad frente al aislamiento.


A pesar de que el discurso de la película se centra en el conflicto entre dos modelos culturales, nuestro director huye de soluciones maniqueas: se muestra optimista sobre el futuro, representado en la joven nuera viuda que trabaja en una empresa occidental, y al mismo tiempo respetuoso con un Japón tradicional que va desapareciendo tras la II Guerra Mundial.


Podéis encontrar un completo análisis de la filmografía de Yasujiro Ozu (en la tertulia hemos visto Buenos días) y, en especial, de Cuentos de Tokio en el ensayo de José María Tapiz Cuentos de Tokio: una mirada de Ozu a la transformación de la sociedad japonesa de la posguerra.
En la biblioteca tenéis disponible el reciente remake Una familia de Tokio, dirigida por Yôji Yamada

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