domingo, 11 de enero de 2015

Harakiri (Seppuku)

Masaki Kobayashi, Harakiri (1962)
Premio especial del Jurado en el Festival de Cannes 1963.

Tsugumo Hanshiro: -Mi destino de hoy puede ser el de otros mañana.

Nos reencontramos con el director de Kwaidan o la trilogía La condición humana y con su actor protagonista, Tatsuya Nakadai (al que hemos visto, además de en estas películas, en Ran y Cuando una mujer sube la escalera).


La condición humana desvelaba con crudeza, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, el sufrimiento que genera el militarismo al eliminar la compasión, glorificar la fuerza y alentar la dominación de unas personas sobre otras.
La misma preocupación ética y un discurso similar están presentes en Harakiri, donde este ritual aparece como un acto violento vacío de sentido real. A través de la conducta de los miembros del clan Iyi y del triste final del clan Geishu comprobamos que el honor, por sí mismo, tampoco significa nada cuando únicamente genera dolor.


El código del bushido, tan ensalzado en muchas ocasiones, se muestra aquí como solo apariencia, rigidez y vanidad, tan hueco como el ídolo al que rinden homenaje en la casa donde se centra la acción. Unas reglas absurdas que solo se aplican cuando conviene, una fachada que criticará el desesperado protagonista con la fuerza que le da el dolor de haberlo perdido todo.


La película destaca por el manejo del tiempo narrativo (los flashbacks, combinados con la acción del presente, añaden lentamente la información que necesitamos para completar la historia y llevarnos al inevitable final) los encuadres y el uso de la luz y del contraste entre el blanco y el negro.


Además, supone un interesante acercamiento al inicio del periodo Edo, al mostrar las consecuencias sociales del cambio politico caracterizado por el ascenso al poder y el absolutismo ejercido por el clan Tokugawa.

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