jueves, 4 de junio de 2015

Estética y creación artística

Junichiro Tanizaki, El elogio de la sombra (1933)
Paul Schrader, Mishima: una vida en cuatro capítulos (1985)
Tsugumi Ōba y Takeshi Obata, Bakuman (2008-2012)

La estética está relacionada con el análisis de lo bello, el arte y las sensaciones que nos produce. Para acercarnos a este tema hemos seleccionado tres obras muy diferentes, aunque complementarias, que muestran el reflejo e influencia de la tradición artística en la vida cotidiana, la creación literaria como un intento de modificar la realidad o encontrar un sentido vital y el arte como industria.
Todas se corresponden con figuras clave de la cultura japonesa de su época que hemos disfrutado anteriormente en la tertulia.

De Junichiro Tanizaki (1886-1965) conocemos ya dos de sus obras (Retrato de Shunkin y La llave). El elogio de la sombra es un breve ensayo que insiste en un tema básico en su narrativa -el conflicto entre los valores tradicionales y la ruptura moderna provocada por el amor y el anhelo de belleza- y en su experiencia personal -tuvo que combinar la atracción por la literatura occidental del siglo XIX, nacida en su juventud, con el deseo de conservar los aspectos ancestrales de la cultura nipona, desarrollado en la edad adulta-.
La presentación de aspectos sobre la arquitectura, disposición de los espacios y decoración de la vivienda japonesa, la vida cotidiana, la cocina o el teatro le permite explorar caminos de encuentro entre Occidente y Oriente, al tiempo que ensalza la riqueza de un pasado que desaparece poco a poco.
Seguramente lo más discutible de su discurso sea la afirmación de que existen particularidades culturales que determinan, en su origen, lo que las personas a las que afectan pueden ser o sentir:
"(...) ¿acaso no es preciso ser extremo-oriental, como nosotros, para encontrar atractivos esos bloques de piedra extrañamente turbios que atesoran en lo más recóndito de su masa unos fulgores fugaces y perezosos, como si se hubiese coagulado en ellos un aire varias veces centenario?"
Yukio Mishima (1925-1975), autor de obras como El marino que perdió la gracia del mar y El rumor del oleaje, fue contemporáneo de Tanizaki, con el que compartía su añoranza por un mundo que (quizá) nunca existió, al menos con la pureza que imaginaban; como dato curioso, ambos se sintieron atraídos por el cine y participaron activamente en muchas producciones de la época, como cuenta este artículo.
La película dirigida por Paul Schrader muestra las obsesiones y contradicciones de un autor cuya obra actuaba como fiel retrato de su personalidad y pensamiento.

En todo caso, el personaje, un histrión doliente, puede llegar a generar hastío y rechazo con su recurrente discurso sobre la pérdida del supuesto esplendor patrio y la extravagante respuesta que impulsó, la glorificación de la acción pura -signifique eso lo que signifique- y la búsqueda enloquecida de la belleza absoluta a través de una creación artística que impide relacionarse de manera positiva con la realidad.



Tsugumi Ōba y Takeshi Obata comenzaron a publicar Bakuman tras el gran éxito que supuso Death Note. La lectura de este shonen (al terminar el primer tomo tenéis claro qué significa esa palabra, ¿verdad?) es una gran oportunidad para conocer la industria del manga, la relación entre editores y autores, las exigencias de producción, sus géneros y temáticas o las técnicas artísticas; Shonen Jump, la revista donde publican los protagonistas, es la misma en la que apareció esta serie.
Aquí, la preocupación por la pérdida de las tradiciones ha desaparecido y es sustituida por un retrato dinámico de una juventud que actúa para alcanzar sus sueños.
Para completar la visión sobre cómo ha evolucionado el mundo del manga en los últimos sesenta años, os recomendamos Una vida errante, el relato autobiográfico de Yoshihiro Tatsumi.


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