miércoles, 7 de diciembre de 2022

Interpretar Japón

Peter Carey, Equivocado sobre Japón (Wrong about Japan, 2005)
Igort. Cuadernos japoneses. El vagabundo del manga (Quaderni Giapponesi. Il vagabondo del manga, 2017)
Alain Resnais (guion de Marguerite Duras), Hiroshima, mon amour (1959)
Ten cuidado, saber a medias es a veces peor que la más completa ignorancia.
Equivocado sobre Japón 
Zambullirse en semejante océano de historias requiere método.
No es fácil explorar, conocer, precisa tiempo.
Cuadernos japoneses. El vagabundo del manga 
Uno cree saber, pero no. Nunca.
Hiroshima, mon amour
Pensar Japón implica, desde la segunda mitad del siglo XX, recorrer casi de forma obligatoria algunos caminos: la violencia de Hiroshima, la riqueza de su producción artística, la valoración de la influencia mutua entre Occidente y Oriente.
Las obras que comentamos esta vez llegan hasta esos hitos y van un paso más allá. Hablan sobre la naturaleza y límites del viaje o de cómo el observador-visitante es también interpretado por el objetivo de su curiosidad. Reflexionan acerca de los puntos de contacto entre aspectos aparentemente distantes de la realidad -en especial entre el “Verdadero Japón” y la cultura popular contemporánea, pero también entre adultos y adolescentes, padre e hijo, amantes pasados y actuales-. Nos invitan a reconocer que nuestras valoraciones sobre lo otro - lo extraño están marcadas por las experiencias previas y cómo es difícil establecer la frontera entre universales psicológicos y particularidades culturales.
—Muy japonés —informó Takashi—. Es lo que os mostraré a tu padre y a ti, Charley-san. Esta semana veréis el Japón de verdad. ¿Ha visto fotografías de templos? —me preguntó.
—Una o dos —admití.
—Sí, rocas, grava, bonitas habitaciones japonesas, simplísimo. ¿Casas de madera?
—Sí. Bellísimas.
—Los japoneses de verdad no son así. —Takashi sonrió.
Señalé hacia el váter atómico con el gesto educado de la mano abierta.
—Comprendo —dije—. Más modernos.
Takashi se levantó y echó un vistazo al cuarto de baño.
—No, este es americano.
Equivocado sobre Japón 
Antes de marcharme, la señora Naito me preguntó a qué me dedicaba. Me tomaba por alguien importante. «No soy nadie —le dije—, solo un mangaka». Y le enseñé mis cuadernos de viaje. Había mucho Japón, muchos de los dibujos de las páginas de este libro. Ella sonrió y después, poniéndose seria, dijo: «Es usted más japonés que yo».
Cuadernos japoneses. El vagabundo del manga
Equivocado sobre Japón y El vagabundo del manga son mucho más que un catálogo de obras representativas de la cultura nipona, temas, acontecimientos históricos y personajes clave (por cierto, la mayor parte de los citados han pasado ya por la tertulia).
El primero, en apariencia un desenfadado compendio de anécdotas (el autor reconoce que varias son ficticias, como el personaje de Takashi), se convierte en una aguda mirada, impulsada por la curiosidad, acerca de las ideas previas sobre lo ajeno y los puntos ciegos que tenemos sobre nuestra propia cultura. El segundo es un homenaje del autor, fruto de su amor hacia Japón, que se traslada de la nostalgia por el pasado al interés por el presente, de la mirada hacia dentro a la apertura al exterior. Ambos ensayos son especialmente sugerentes cuando abordan dos temas comunes:
- El viaje. ¿Qué buscamos en él? ¿Encierran más riqueza los encuentros casuales que las actividades planificadas? ¿Acaso no importan más las personas que los lugares? ¿Mirar hacia el pasado es como trasladarse a otro país con claves culturales diferentes, porque entran en juego los mismos procesos de interpretación?
- El arte como realidad con múltiples caras: resultado de las preocupaciones de cada época y, al mismo tiempo, bien generado por intereses comerciales o reflejo de las costumbres, creencias y vida cotidiana. Igort explora su dimensión estética, capaz de transformar la percepción del receptor para guiarlo hacia la trascendencia, y como producto que nos permite comprender las bases del pensamiento de la época.

Todo el mundo pasea, pensativo, por en medio de las fotografías, las reconstrucciones, a falta de otra cosa.
(...)
Siempre puede uno burlarse, pero ¿qué otra cosa puede hacer un turista, sino precisamente eso, llorar?
Hiroshima, mon amour

Hiroshima, mon amour
se centra en aspectos también presentes en las obras anteriores: la influencia del pasado en las interpretaciones del ahora, la (im)posibilidad de aprehender lo que nos es ajeno. Como toda buena obra de arte, nos sugiere múltiples caminos para su interpretación.
Quizá Ella/Nevers personifica a todos los visitantes que creen ver y no han visto («No has visto nada en Hiroshima. Nada». «Lo he visto todo. Todo»). Aclara los límites de la diferencia entre lo que podemos saber y experimentar porque lo hemos vivido directamente y aquello a lo que solo accedemos a través de representaciones.
Quizá Él/Hiroshima no es una persona, sino la ciudad, o el recuerdo del pasado («Igual que tú, yo conozco el olvido». «No, tú no conoces el olvido». «Igual que tú, estoy dotada de memoria. Y conozco el olvido». «No, tú no estás dotada de memoria»).
En cualquier caso, su valor como pieza artística no depende solo de ser considerada una de las obras iniciales de la Nouvelle vague, sino de la estructura fragmentaria de un relato apoyado en la poesía y en encuentros casuales pero inevitables -conviene apuntar que no busca el realismo, sino reflejar la realidad emocional-. Como en el resto de sus películas, Resnais da protagonismo a las conversaciones para hablar sobre la memoria (el trauma, la violencia), el amor (el anhelo de paz) y la muerte. Esta vez, a través de Japón y de Marguerite Duras, que hasta los dieciocho años vivió en Asia -originalmente, el director había elegido a Françoise Sagan para realizar el guion, pero esta no mostró interés en el proyecto-.
Para un análisis más detallado de la película, os recomiendo los publicados en Cinema Esencial, EAM cinema y Cervantes virtual. Y, aunque en francés con subtítulos en inglés, esta fantástica entrevista a Emmanuelle Riva, la actriz protagonista:

No hay comentarios:

Publicar un comentario