lunes, 22 de febrero de 2016

Autoras

Hiromi Kawakami, El cielo es azul, la tierra es blanca (2001)
Premio Tanizaki 2001
Naomi Kawase, Shara (2003)
Jiro Taniguchi y Hiromi Kawakami, Los años dulces (2008)

Como siempre, os presentamos algunas ideas para preparar la tertulia. En esta ocasión, las obras seleccionadas giran alrededor de cuatro ejes: acercarse-alejarse, perder-encontrar, recordar-olvidar y celebrar la vida-llorar la muerte.

Además, tendremos la suerte de contar con la participación, a través de videoconferencia, de Alejandra Armendáriz.
Licenciada en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra, estudió lengua y cultura japonesas en la Universidad Ca’Foscari de Venecia. Ha recibido la beca del Gobierno japonés para graduados (2008-2010) y la Japan Foundation Fellowship (2011-2012), gracias a las cuales ha cursado estudios en la Universidad Meiji Gakuin de Tokio. Estudiante de doctorado en la Facultad de Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid con un proyecto de tesis sobre la cineasta Tanaka Kinuyo, sus investigaciones se centran en el cine japonés, la teoría fílmica feminista y los géneros cinematográficos. Es profesora colaboradora en un curso sobre género y arte en Asia Oriental dentro del máster universitario de "Estudios de China y Japón: mundo contemporáneo" de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
En 2015 participó en la 29ª Muestra de Cine y Mujeres organizada por IPES y Cines GOLEM, donde habló sobre Aguas tranquilas, la película más reciente de Naomi Kawase.


Las autoras elegidas, Kawakami y Kawase, coinciden en construir sus relatos con momentos cotidianos. Estas escenas cobran una dimensión especial a partir de la interacción entre los personajes, que no dejan de acortar y ampliar el espacio que les separa:
"...también estábamos de acuerdo en la distancia que dos personas deben mantener". 
"Teníamos un acuerdo tácito que consistía en no compartir la bebida ni la comida. Cada uno pedía lo que le apetecía. Cada uno se servía sake de su propia botella. Pagábamos por separado. Siempre lo habíamos hecho así. Sin embargo, el maestro estaba llenando mi vaso con su botella de sake. Había violado las normas (...) Jamás imaginé que el maestro se atrevería a reducir distancias entre nosotros". 
"El maestro y yo contemplábamos los pájaros desde la ventana, codo con codo".
Ambas coinciden en su reflexión sobre la pérdida -de un hermano, un hijo, la madre, la esposa...- y el encuentro -con un padre, un novio, un bebé o los recuerdos-. Las dos mantienen un ritmo pausado que marcha al compás de la vida real y nos demuestran cómo las decisiones más importantes son aquellas que tomamos sobre nuestras relaciones y las personas que nos importan. También comparten un relato sobre el, a veces, doloroso proceso de hacerse adulto, de dejar atrás seguridades y asumir riesgos, eligiendo qué esperanzas y recuerdos mantenemos y cuáles olvidamos.


El maletín del maestro (título original de la novela seleccionada, mucho más significativo que el elegido en la edición española) nos muestra a una mujer que, con casi cuarenta años, sigue siendo una adolescente y elude cualquier vínculo firme -que muchas veces camine varios pasos por detrás de su antiguo profesor nos recuerda sus dificultades para alcanzar la madurez-.
En su adaptación al manga, Jiro Taniguchi se mantiene escrupulosamente fiel al relato original, aunque destaca los aspectos más vinculados a su estilo y recuerda obras anteriores como El caminante o El gourmet solitario: los locales a los que acuden el maestro y Takashi Kojima son tan diferentes en sus platos como las vidas que le ofrecen los dos hombres a Tsukiko.


"Más que parar el tiempo, lo que yo busco es registrar los momentos de la vida de la gente normal. Los libros de historia reflejan la vida de los grandes, reyes y reinas, pero a mí me interesa poner la mirada en las personas normales y especialmente en las marginadas. Todas estas personas tienen su historia importante y eso es lo que yo quiero registrar".

Naomi Kawase (en la tertulia la conocimos con El bosque del luto) es la directora japonesa más reconocida internacionalmente. Muchas reseñas analizan perfectamente el especial papel que otorga a la cámara, el valor de las escenas que transcurren a la misma velocidad que la vida y reúnen miradas y diálogos llenos de significados, los sonidos reales de los pasos y el viento que nos convierten en espectadores activos de la historia. Os recomendamos las de Kane3 y Letras libres, además de la imprescindible lectura de El ciclo eterno de la vida, un artículo de Orlando Betancor.
El Basara Matsuri, que tiene un importante papel simbólico y argumental en la película, es un festival de danza que combina elementos modernos y tradicionales y se celebra desde 1999 durante dos días de verano en la ciudad natal de Kawase, Nara.


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