Yasunari Kawabata, País de nieve (1948)
Makoto Shinkai, 5 centímetros por segundo (2007)
Yôji Yamada, La casa del tejado rojo (2014)
Oso de Plata a la mejor actriz. Festival de Berlín 2014
“Siempre el mismo atractivo de la irrealidad.
Lejos de Komako, pensaba en ella constantemente. Sabiéndola tan próxima, su deseo del contacto de una piel, de una delicada y transparente piel humana, participaba más del ensueño que del ardor carnal, y se convertía en una nostalgia pareja a la que despertaba en él la magia de las altas cumbres.”
Yasunari Kawabata es un escritor fácilmente reconocible gracias a las constantes estilísticas y temáticas de obras como Mil grullas, El rumor de la montaña o Lo bello y lo triste: idealización y atracción por el cuerpo femenino; triángulos amorosos; la naturaleza convertida en protagonista; añoranza por tradiciones que representan un pasado mejor (en este caso, el chijimi, una técnica textil propia de la zona en que transcurre el relato).
“-Lo digo muy en serio -insistió Komako-. Cada vez que la veo, es como si llevara un peso abrumador en los hombros, un peso del que no lograra librarme. En todo caso, eso es lo que siento. Y si realmente sientes algo por ella, mírala de una vez a fondo y comprenderás lo que quiero decir.”
Adaptación manga de "País de nieve"
Esta novela no es una excepción… Shimamura, el protagonista masculino, es un hombre de mediana edad que intenta superar su insatisfacción vital enamorándose de Komako. Pronto aparece Yoko, un nuevo objeto de deseo. Ambas mujeres mantienen una peculiar relación de rivalidad y alianza, muy propia de las novelas de Kawabata.
Además, las tres visitas al albergue termal en que se desarrolla la trama transcurren en tres estaciones diferentes, coincidiendo con momentos de transición en los que la naturaleza comienza a cambiar de aspecto; las descripciones de los pequeños detalles, insertos en medio de las conversaciones y la acción, dan al texto un tono peculiar, denso, lleno de información.
Sin embargo, a pesar de que los recursos utilizados y la estructura básica sean los mismos de otras obras, hay un elemento diferenciador en País de nieve. Destaca la fuerza con la que se muestra cómo los protagonistas trastocan la realidad para intentar imaginarla perfecta, mientras tienen la sensación de vivir en un sueño -que se olvida al despertar, como olvida Shimamura a Komako cuando vuelve a Tokio-. La imagen recurrente del reflejo de los rostros de las mujeres en el cristal, mezclándose con el paisaje y diluyendo la diferencia entre fondo y figura, es una metáfora de este esfuerzo por imponer la fantasía sobre los hechos, sin afrontar la realidad de un imposible futuro en común. Finalmente, será Komoko quien parezca asumir la responsabilidad de sus actos y deje de moverse únicamente por su propio interés.
La prefectura de Niigata es el escenario de la novela |
“En ese momento comprendí que no estaríamos juntos para siempre. Entre nosotros se interponían irremediablemente unas vidas cruelmente largas y un futuro incierto.”
La caída de las flores de los cerezos a cinco centímetros por segundo (capítulo 1. Cerezos en flor). El camión que transporta, a una velocidad de cinco kilómetros por hora, un satélite que se dirigirá lentamente al confín del sistema solar (capítulo 2. Cosmonauta). La afirmación de Tono en el capítulo 3. Cinco centímetros por segundo: “Pero, aunque nos escribiéramos mil mensajes, seguramente nuestros corazones no se acercarían ni un centímetro.”...
Todos estos elementos forman parte del contexto de una película breve que, con su ritmo pausado, posa la mirada conscientemente en los detalles, dotándolos de significación. La distancia -física, temporal o interpersonal- siempre está presente en el relato, ya desde el mismo subtítulo (A chain of short stories about their distance).
Los sucesivos pasos de la infancia a la adolescencia -que coincide con el final de la educación primaria y el inicio de la secundaria-, el de ésta a la juventud -con el acceso a la universidad- y a la vida adulta -la incorporación al mercado de trabajo- obligan a los protagonistas a tomar conciencia de la pérdida. Siempre inevitable, es fruto de la distancia en sus múltiples formas, de lo que no fue dicho en un momento determinado, de las decisiones tomadas y los encuentros con otras personas.
Aunque deja margen a la interpretación de cada espectador, parece que Tataki aprende finalmente a aceptar y superar la pérdida de Akari. Las dos escenas paralelas -al principio y al final de la película- que transcurren junto a las barreras del tren (como concreción de la omnipresente distancia) parecen ejemplificar el momento en que la pareja se une en la infancia y es capaz de separarse con una sonrisa en la adultez. El manga que adapta este anime propone un final distinto.
En cualquier caso, nos parece muy acertada la descripción de Zona Negativa: “una hiperestésica mirada sobre la adolescencia y el amor que acaba derivando en una mirada adulta y reflexiva.”
“Alguien ama a alguien a quien no debería amar.”
“Fue una época horrible. Todos los japoneses se vieron obligados a escoger en contra de su voluntad.”
La novela en que se basa la película: "Chiisai Ouichi", de Kyoko Nakajima |
A través de los ojos de su criada, que intentará evitar el derrumbamiento del apacible mundo en el que ha encontrado refugio, asistimos a sus usos y costumbres, que parecen inmunes a la tragedia que se va gestando mientras asumen poco a poco -y a veces a regañadientes- elementos de la cultura norteamericana. Sin embargo, la irracionalidad de la guerra acabará imponiéndose y lo cambiará todo para siempre…
Yamada, director de películas como El ocaso del samurái, construye un melodrama costumbrista, donde los colores, el uso de la luz y la limpieza de las imágenes parecen querer imitar los encuadres y el ritmo de Ozu. Con más de ochenta años, se muestra interesado en establecer un diálogo entre generaciones e insiste, por boca de sus personajes ancianos (Taki y Kyoichi) en que ya ha pasado su tiempo.
Yamada, director de películas como El ocaso del samurái, construye un melodrama costumbrista, donde los colores, el uso de la luz y la limpieza de las imágenes parecen querer imitar los encuadres y el ritmo de Ozu. Con más de ochenta años, se muestra interesado en establecer un diálogo entre generaciones e insiste, por boca de sus personajes ancianos (Taki y Kyoichi) en que ya ha pasado su tiempo.
Si hay algo mas enervante que la interpretación de Sergi en El mapa de los sonidos de Tokyo, es traducir itadakimasu como "gracias" o Taki-san como "Taki-querida".
ResponderEliminar¡Así no hay quien empatice!
P.D.: me refería a los subtítulos de La casa del tejado rojo.
Eliminar¡Gracias, Isabel! :-) Buscando por internet, a ver qué te parecen estas explicaciones:
Eliminar- Sobre "itadakimasu":
https://lapasiondepensar.wordpress.com/2016/07/21/itadakimasu-y-gochisousama-deshita/
- Sobre el sufijo "-san":
https://bushidojo.wordpress.com/2011/02/28/san-sama-kun-chan-un-poco-de-japones-basico/
¡Así sí! ¡Arigato gozaimasu, Jesús-san! :-D
EliminarParece una tontería pero el japonés dice mucho sobre la cultura nipona. Expresiones como "itadakimasu" o el sufijo "san" se usan diariamente y ayudan a ver la influencia del budismo en la sociedad japonesa y la importancia de definir roles en una cultura principalmente colectivista.
Por eso me irrita sobremanera escuchar que se dice una cosa y se subtitula otra...¡es como una amputación gratuita!