domingo, 9 de diciembre de 2018

Detectives

Edogawa Ranpo, El lagarto negro (Kurotokage, 1934)
Yoshitaro Nomura, El castillo de arena (Suna no utsuwa, 1974)
Premiada en Kinema Jumpo Awards, Mainichi Film Concours y Moscow International Film Festival
Mamoru Oshii, Ghost in the Shell (Kokaku Kidotai, 1995)
Premiada en Fantasporto, Gérardmer Film Festival, Festival de Cine de Sitges, World Animation Celebration y Yokohama Film Festival

El relato detectivesco es, entre los géneros considerados "populares", el de más éxito en la época contemporánea. Las obras seleccionadas muestran cómo ha evolucionado a lo largo del siglo XX en Japón, la influencia occidental y su capacidad tanto para entretener como para reflejar las preocupaciones del momento.
Tres tipos de detectives. Tres historias con formatos muy diferentes. Tres éxitos comerciales con mucho que decir sobre el mundo en que vivimos.
"Señor Akechi, a tenor de sus palabras me he hecho una idea de cómo se han producido los acontecimientos. Me admira su gran clarividencia. Además, debo decir que me he quedado boquiabierto ante los trucos, tan osados y tan inteligentes, de esa malhechora."
El lagarto negro fue publicada por entregas, al igual que muchas novelas de la época, en el Asahi Shimbun, de tendencia progresista y el segundo periódico más vendido en Japón. Para disfrutarla, conviene leerla como una obra de consumo popular del primer tercio del siglo XX. Se trata del decimotercer relato -de los veintiuno- que Ranpo dedicó a Kogoro Akechi, su principal creación, una mezcla entre el pensamiento analítico de Auguste C. Dupin y la habilidad para los disfraces y el gusto por la aventura de Sherlock Holmes.
Como en los relatos anglosajones de la primera mitad del siglo XIX, Ranpo mezcla de forma inocente el elemento detectivesco con toques de terror (ahora nos parece más ingenuo que efectista), erotismo y melodrama romántico. Por su tono, recuerda inevitablemente a las narraciones de misterio y folletines de Gaston Leroux y Edgar Wallace. También hay una clara influencia de los primeros relatos pulp norteamericanos -lenguaje sencillo, ritmo rápido, descripción supuestamente realista de los bajos fondos, peleas-. Es curioso cómo, mientras lo asiático convertido en estereotipo reinaba en Estados Unidos (Fu-Manchú, Charlie Chan), nuestro novelista recorría el camino inverso.
Sin embargo, es difícil encontrar entre los relatos europeos la particular voz narrativa del texto, que no solo intenta captar al consumidor de prensa y facilitar la comprensión de la trama, sino que bascula entre las identidades del autor, el narrador y el propio lector, como el maestro de pista de un circo cuyo espectáculo principal es una persecución por tierra, mar y aire. Además, es capaz de autoparodiarse y "canibalizar" (según el término creado por Raymond Chandler) su obra anterior sin ningún pudor.
Y no conviene despistarse, porque el relato también roza, dentro de sus giros de guión más o menos previsibles, temas candentes en la época como la eugenesia y el nacionalismo japonés basado en una supuesta superioridad racial. Midorikawa, una Arsène Lupin demoníaca, parece defender los mismos postulados políticos de quienes promovieron el ideal imperialista nipón. O, al menos, nos encontramos con una sátira sobre el mundo del espectáculo y la absurda glorificación de la belleza física.
Edogawa Ranpo fue, además de la principal figura de la novela detectivesca clásica japonesa -generó la Mistery Writers of Japan-, crítico literario y exponente temprano del ero-guro. Una panorámica de su obra (editada en castellano por Satori, Quaterni y Salamandra) se encuentra en este artículo. Como dato curioso, Yukio Mishima convirtió El lagarto negro en una obra de teatro.

"-El destino (...) es haber nacido y quizás también vivir la vida.
(...)
-Cuando finalices tu destino lo tendrás claro. Aunque espero que haya otro destino."
El castillo de arena se basa, como otras siete películas de Nomura, en una novela de Sheicho Matsumuto, del que ya leímos El expreso de Tokio. Comparte algunas de las características de este relato -el recorrido por  Japón en tren, la importancia dada a los horarios, la clásica pareja de detectives de distinta edad-, pero introduce elementos innovadores e inesperados si solamente creíamos encontrarnos ante un clásico procedimental.
Los saltos temporales, cambios de perspectiva y entrecruzamiento de líneas narrativas permiten mantener la intriga y facilitan que el espectador se implique, intentando descifrar el misterio, que no es tanto quién, sino por qué. Al igual que en Estudio en escarlata (aunque con mejor fortuna) el primer relato de Sherlock Holmes, la historia contiene una novela dentro de otra, que explica las motivaciones del criminal remontándose al pasado. Y en él encontramos una reflexión sobre los fuertes mecanismos japoneses de exclusión social de determinados colectivos y sus consecuencias (ese destino omnipresente en la película), un tema ya tratado en la tertulia con obras tan diferentes como Pies descalzos o Una pastelería en Tokio. Para un análisis detallado, os recomendamos la crítica de Cine maldito.


"Así como son muchas las partes que definen a un ser humano como tal, se necesita un gran número de cosas para conformar a un individuo. Un rostro para distinguirte de los demás. Una voz de la que tú mismo no eres consciente. La mano que observas cada vez que despiertas. Los recuerdos de la infancia, la conciencia del futuro. Pero eso no es todo. Existe una vasta red de datos a la que mi cibercerebro puede acceder. Todo eso es lo que me constituye, dando origen a una conciencia que puedo llamar yo, y a la vez me confina dentro de mis propios límites."
Ghost in the shell es una de las mejores y más sugerentes herederas de ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? / Blade runner. Al mismo tiempo, ha inspirado múltiples creaciones dentro del ciberpunk. Es particularmente interesante la rama japonesa de este subgénero de la ciencia ficción, influida por la creencia sintoísta en el alma de las cosas, decisiva cuando se habla sobre la naturaleza de lo humano y la conciencia o para entender la relación de este país con los robots, androides y cualquier otra muestra de inteligencia artificial.
-¿Una forma de vida? ¡Eso es ridículo! ¡Simplemente eres un programa que trata de protegerse!
-Con el mismo argumento, puedo decir que el ADN de las células humanas no es un más que un programa que trata de autopreservarse.
Podéis encontrar una interesante reseña del anime aquí y una completa revisión de sus orígenes, temas y significados en El peso del aire. Aunque la voz más autorizada para hablar de Ghost in the shell es Juan Zapater, como demuestra en esta conferencia.


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