lunes, 15 de marzo de 2021

Ser diferente

Natsume Soseki, Sanshiro (三四郎, 1908)
Isao Yukisada, Go (Go!, 2001)
Fumio Obata, Casualmente (Just So Happens, 2014)

Ser (considerado) diferente, o sentirse como tal, revela más cosas sobre el contexto cultural que rodea a la persona que de ella misma. Las obras seleccionadas muestran tres posibles orígenes de esta diferencia y, al mismo tiempo, retratan parcelas de la sociedad japonesa donde se contraponen las categorías de rural y urbano o extranjero / hijo de extranjeros / residente en otro país frente a nacional.
De esta forma, se repiten algunas de las dinámicas que vimos en el tema dedicado a la emigración japonesa a Estados Unidos, donde la asignación de categorías raciales y los estereotipos invisibilizaban las diferencias individuales.
Los autores utilizan buena parte de su biografía en las historias, lo que les concede aún mayor interés como reflejo de una realidad compleja. Soseki reelabora con ironía sus experiencias como estudiante universitario de arquitectura y literatura; la película está basada en una novela de Kaizuki Kaneshiro -un zainichi como el protagonista, Sugihara-; Yumiko, al igual que Obata, es una profesional de la comunicación visual residente en Londres.

Trata sobre una diferencia cultural tras una muerte. Es también una historia narrada a través de la perspectiva de una mujer, porque he conocido en Inglaterra a muchas mujeres de origen asiático que han dejado su país. Me fascinan, porque sus razones son muy distintas de las mías.
Entrevista en 9eme Art 
Casualmente se inicia con una referencia explícita a la identidad social, la diferencia y el esfuerzo por sentirse y formar parte. Gracias a una narración que se centra en la mirada y reflexiones de su protagonista, percibimos cómo la expatriada Yumiko es permanentemente consciente de la extrañeza que le genera encontrarse casi siempre fuera de lugar.
Sin el asidero de la rutina laboral que le permite tanto estructurar su tiempo como relacionarse con un grupo de referencia, se reencuentra con la vida cotidiana en su país de origen: clima, opiniones sobre su condición de mujer soltera o el futuro que se considera deseable para ella, representaciones culturales… Esta novela gráfica nos permite observar, desde la postura del extranjero, las manifestaciones externas y -lo más importante- significación del teatro noh y el ritual funerario japonés.
Las emociones de la joven protagonista y su visión del entorno se van transformando a lo largo de las páginas. La incomodidad inicial se transforma en distancia crítica, curiosidad y, finalmente, integración de las diferencias dentro de su propia forma de interpretar y abordar la realidad. Este proceso acompaña su maduración personal, en el que supera el cuestionamiento de las propias decisiones e identidad y asume que sus intereses profesionales la hacen diferente a la norma, como ya le sucedió a su madre. El autor parece querer mostrarnos cómo, para enfrentar las posibilidades de futuro con mayor seguridad, es imprescindible “hacer las paces” con los orígenes -lugar, pasado, progenitores-.
A nivel gráfico, destacamos cómo la habilidad del artista se refleja especialmente en su tratamiento de los pensamientos y ensoñaciones. La composición y encuadres de las viñetas, el color, el nivel de detalle y la combinación de distintas herramientas -acuarela y digital- generan una obra donde lo visual transmite eficazmente lo emocional.

Primero, aclaremos una cosa. La historia que sigue es una historia de amor. Mi historia de amor. Y el comunismo -o la democracia, el pacifismo, el otakuismo, el vegetarianismo o, para el caso, cualquier otro ismo- no tiene nada que ver con eso. Solo para que lo sepas.
Go vuelve a hablarnos de la identidad, la diferencia y el proceso de hacerse adulto. A fin de cuentas, parece difícil imaginar una situación en la que estos elementos estén más en juego y sean más cambiantes que en un adolescente de origen extranjero.
Como era hijo de padres con ciudadanía norcoreana, me convertí automáticamente en un Zainichi Chosenjin con ciudadanía norcoreana (…) Mi ciudadanía había cambiado de norcoreana a surcoreana casi de la noche a la mañana, pero nada en mí había cambiado.
La estética de la película, con un tono deliberadamente juvenil que se mueve entre el vídeo musical y el melodrama, no debe ocultar su profundo retrato de un conflicto social y el serio posicionamiento de los creadores. Para ello, es imprescindible revisar los contenidos adicionales de la edición en dvd, donde se amplía la información sobre las escuelas coreanas en Japón, la consideración administrativa de este colectivo o el rakugo, aspectos que para el público nipón son seguramente muy conocidos, a diferencia de Occidente.
Es muy posible que parte del gran éxito de la breve novela original -también dirigida al público juvenil y no disponible en castellano, de la que citamos algunos fragmentos iniciales- y de su adaptación cinematográfica se deba a cómo presentan sin concesiones la violencia física, institucional, simbólica y social ejercida sobre los migrantes de primera y segunda generación. Al mismo tiempo, muestra la forma en que se expresa la frustación que sienten y el origen de las posibles respuestas (esfuerzo por no diferenciarse, ira, vergüenza, reivindicación de la singularidad, el dolor del desarraigo gritado en español, etc.), ejemplificadas en los distintos personajes.
 En Japón hay básicamente dos organizaciones étnicas coreanas: Chongryon y Mindan. Por lo general, los norcoreanos residentes en Japón se asocian a Chongryon y los surcoreanos a Mindan. Reflejando la relación entre Corea del Norte y del Sur, y al igual que los Montescos y los Capuletos, los dos grupos chocan de vez en cuando, pero se mantienen a una distancia razonable. Conoces cómo termina Romeo y Julieta, ¿verdad?

Sin adelantar detalles de la trama, es interesante y, en muchos momentos, divertido, dejarse llevar por los cambios entre drama, romance y comedia, comprobar cómo se  juega a romper con el tono emocional de las escenas y a desviarse de la previsible marcha de los acontecimientos. Go nos interpela y cuestiona al plantear una inteligente reflexión sobre nuestra mirada y trato a quien etiquetamos de diferente.


De hecho, había tanta cantidad de nada en el artículo que aquello resultaba sencillamente cómico (...) Sanshiro, sin embargo, se sintió sacudido por el talento literario de Yojiro.

Con el retrato de la vida cotidiana de un estudiante de provincias, y apoyándose en su habilidad para reflejar sus pensamientos, indecisión y estupor, Soseki nos muestra aquello de lo que Sanshiro es solo parcialmente consciente... o no se atreve a reconocer. Queda patente la falsa profundidad de cierta clase intelectual de principios del siglo XX, solo capaz de elaborar discursos tan hinchados como vacíos y desconectados de lo real, y la poca importancia de gran parte de su preocupaciones (el "humo filosófico" del profesor Hirota).
-¿Cómo te sientes cuando miras un cielo como este?
Era una pregunta muy rara viniendo de Yojiro. Sanshiro tenía un sinnúmero de respuestas preparadas para él -respuestas sobre la eternidad, sobre la infinitud-, pero estaba seguro de que solo provocarían la risa de su amigo, así que se las guardó para sí.
El autor de Botchan y Soy un gato parece reivindicar la ingenuidad y desorientación del joven protagonista, frente a la afectación y falta de contacto con la realidad de su círculo de relaciones. La naturaleza es el marco de encuentros (en especial, con Mineko) y emociones más sinceras que, por ejemplo, la impresión provocada por la majestuosa arquitectura de la Universidad Imperial de Tokio, edificios en los que ni se enseña ni se aprende. Dos breves ensayos (La belleza de lo impermanente... y La trasferencia internacional de la revolución humboldtiana...) permiten acercarse a otro de los temas centrales de la novela, la influencia occidental en el Japón Meiji.
Yojiro, además de ser fuente de comicidad y enredos, representa la altiva visión urbana sobre el emigrante rural, al que se le reprocha conservar el olor a granja. Pero Soseki es capaz de dotar de profundidad a todos los secundarios, cuyas opiniones y conducta son el eje de la obra. En Sanshiro importan más las reacciones de estos personajes que la propia trama.

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