miércoles, 30 de agosto de 2023

Autoras contemporáneas II. Los animales como metáfora

Mariko Koike, Momoko y la gata (Hitsugi no naka no neko, 1990)
Mitsuyo Kakuta, La cigarra del octavo día (Yokame No Semi, 2007)
Yoko Tawada, Memorias de una osa polar (Etüden im Schnee, 2014)

Hemos aprovechado los meses de verano para, como el año pasado, acercarnos a la literatura japonesa escrita por mujeres. En este caso, leemos obras que, pese a encuadrarse en géneros diferentes -suspense, realismo social y fábula- comparten muchos elementos, además de haber logrado el éxito en ventas.

Gracias a las caras de sus madres, situadas dentro de los carritos, aprendí que había muchos tipos de madre: una de ellas parecía agotada y estricta; otra estaba vacía, como un cielo azul, mientras que la tercera se aferraba a su propia alegría.
Memorias de una osa polar

Se trata de novelas con narradoras en primera persona, donde es clave la relación entre pasado y presente. Las tres exploran la maternidad y la compleja naturaleza de las relaciones familiares. En este sentido, ¿qué papel desempeñan los hombres? ¿Son agentes activos o sujetos pasivos?
Y, por supuesto, en ellas los animales suponen algo más que un personaje. Así, la gata Lala simboliza a la madre, pero también es una prueba de fidelidad o un obstáculo. Las cigarras, según el momento, representan la diferencia entre entorno rural y urbano, son premonición de la pérdida o un símbolo de esperanza. Y los osos, como elemento extraño introducido en la cotidiano, el vehículo para proponer un retrato lúcido de nuestra realidad y destapar sus contradicciones.
* * *
-Si yo fuera usted -dijo la joven en vez de acercársele y besarla. Masayo alzó la vista hacia ella. Yukiko tomó aire-, creo que... habría hecho lo mismo -dijo con voz entrecortada, como cuando se tiene hipo.
Momoko y la gata
Mariko Koike va añadiendo capas a un relato que avanza con un ritmo sosegado, que comienza como un relato costumbrista e íntimo pero acaba invadido por la amenaza y la tensión.
Con una trama movida por el deseo, los silencios y secretos, recuerda a una obra de teatro en su unidad de espacio (casi toda la acción se desarrolla en la casa familiar) y el escaso número de personajes. Eso le permite recrearse en la descripción psicológica y mostrar la complejidad de sus motivaciones; en las relaciones triangulares, que pueden recordar a las creadas por Yasunari Kawabata (El rumor de la montaña, Mil grullas, Lo bello y lo triste, País de nieve), sus protagonistas son, para el resto, tanto víctimas como amenaza y generan atracción o rechazo.
Más allá del manejo de los recursos propios del género de intriga, quizá el mayor logro de la obra sea la voz narrativa: como nosotros, Masayo es sobre todo una espectadora y, por eso, consigue generarnos la sensación de estar sumergidos en la acción, en sus dudas y la sensación permanente de peligro.
Pese a su brevedad, Momoko y la gata nos habla también de la influencia en la vida adulta del entorno en que se desarrolla la infancia y de la inevitable pérdida de la inocencia -aunque en este caso sea de forma especialmente trágica-.
* * *
En función de quien lo escribiera, describían a la secuestradora de manera muy distinta: una mujer rencorosa, una víbora, una empleada de alto nivel que actuó movida por el desamor y el odio, una mujer digna de lástima, víctima de un desengaño...

Tal vez, me digo, si le hablo a Chigusa sobre las cosas que recuerdo vagamente, podría empezar a ver mi cara. ¿Podría recuperar también mi pasado? No ese del que hablan los libros o los artículos en la prensa, sino el mío de verdad. ¿Podría recordar la cara de esa mujer, sustituir la imagen que me he formado a partir de esa foto desenfocada?
La cigarra del octavo día
Los dos relatos que nos presenta Mitsuyo Kakuta giran alrededor de la huida, la soledad, el amor y el encuentro, y conectan con los temas que acabamos de citar. El libro, donde lo percibido por los sentidos nos transmite el estado emocional de las narradoras, nos obliga a preguntarnos cómo se elabora la identidad: ¿quizá a través del relato o la mirada de los otros?; ¿el cambio de nombre de las protagonistas es también un cambio de su esencia?
Como en Momoko y la gata, la mirada de Kiwako es especialmente potente, sobre todo en su capacidad para transmitir las reacciones de la bebé/niña Kaoru, a la que observamos constantemente a través de su "madre".
Además, su retrato social incide en problemas contemporáneos, como el papel de las sectas y la conducta de los medios de comunicación, más interesados en entretener (sensacionalismo) que en comprender (información).

* * *
Día tras día nos empujaban hacia un callejón sin salida, y nosotros hacíamos lo mínimo para sobrevivir, lo cual, a su vez, exigía un máximo esfuerzo.

-No te preocupes. Primero debes poner sobre el papel tu propia historia. Solo entonces tendrás tu alma en orden y habrá sitio para una osa.

Parece mentira que el hombre se caracterice por tantas conductas absurdas y haya olvidado las más elementales para sobrevivir. Está manipulado por un resto de recuerdos.

- El hombre es completamente distinto al perro. ¿Qué es un perro, vamos a ver? ¡No es más que una metáfora!
A Karl le encantaba la palabra «metáfora» y la utilizaba para intimidarme. Cuando le conté mi gran sueño de trabajar en un circo, me dijo:
-El circo no es más que una metáfora. Como nunca crees los libros adecuados, te crees que todo lo que ves es real.
Memorias de una osa polar

Yoko Tawada incide en esa descripción social, aunque con una perpectiva más global e histórica. Salvo quizá cuando habla sobre la creación literaria -en especial la escritura autobiográfica (¿nuestra identidad se construye a partir de cómo nos narramos?- y la lectura, en los temas que aborda deja traslucir un distanciamiento irónico y cuestionador: el mercado editorial, la rivalidad entre bloques, la imposibilidad de ser verdaderamente libres, las ideologías y sus conceptos (clase obrera, pueblo, "los nuestros") que acaban alejándose de la realidad. Quizá su condición de emigrante voluntaria le facilita mirar desde la distancia...
¿Os ha resultado fácil o difícil aceptar su propuesta de un mundo en el que las y los osos ocupan posiciones no habituales?
-Los seres humanos odian todo lo que sea antinatural -me explicó Michael-. Creen que los osos deben ser osos siempre. Y lo mismo piensan quienes afirman que la clase baja debe ser siempre la clase baja. Para ellos, cualquier otra cosa iría contra natura. 
¿Sabéis lo que pasa cuando una actuación es difícil de entender? Que nos podrían acusar de hacer una crítica social encubierta.
Cada parte de la novela tiene un tono diferente: el primero más irónico, el segundo se desliza hacía lo onírico y alucinatorio, el tercero es un relato de iniciación bastante especial. ¿Cuál os ha parecido más interesante?

No hay comentarios:

Publicar un comentario