Inaba Mayumi, La península de las veinticuatro estaciones (Hantô e, 2011)
Hirokazu Kore-eda, Nuestra hermana pequeña (Unimachi Diary, 2015)
Isao Takahata, El cuento de la princesa Kaguya (Kaguya-hime no Monogatari, 2013)
¿Qué significa la palabra japonesa kisetsu? Refleja la tradicional atención prestada por la cultura japonesa al ciclo continuo de las estaciones y a los cambios que genera en el entorno. Una hipótesis para explicar este interés recurre al cultivo tradicional del arroz -siembra en primavera, trasplante a zona húmeda y crecimiento en verano, recolección en otoño-, que convirtió hace tres milenios a su población en observadora continua del clima.
Nada que no se haya repetido en muchas otras civilizaciones. Sin embargo, esa relación especial parece querer mantenerse siglos después en una cultura casi por completo urbana a través de varios festivos oficiales (Día del equinoccio de primavera, Día de la naturaleza, Día del mar, Día de la montaña, Día del equinoccio de otoño). Aunque en algunos casos se trate de intentos de reemplazar, a partir de la segunda mitad del siglo XX, celebraciones con contenido religioso o político.
Por nuestra parte, intentamos imitar esta mirada hacia el ciclo de las estaciones con tres obras en las que, de manera más o menos explícita, el paisaje cambiante es protagonista y/o escenario.
Las cuatro estaciones marcan el ritmo de nuestra vida cotidiana; más bien, las veinticuatro estaciones. Todo cambia, todo pasa. No es el hombre el que añade o resta, sino la naturaleza.
¿En qué genero(s) podemos situar La península de las veinticuatro estaciones? ¿Se trata de un ejemplo más de las novelas sobre la naturaleza (nature writing) que han recuperado popularidad en la última década? ¿Un ensayo? ¿O un ejercicio de autoficción?
Solamente el agua que cambia su curso es capaz de sobrevivir, incluso en tierras áridas.
Inaba Mayumi contrapone en sus páginas la ciudad -con estímulos excesivos y permanentes que actúan como refugio ante el anonimato al que aboca a sus habitantes- con el entorno rural. Una observación atenta de los detalles y la toma de conciencia sobre el exterior permiten descubrir a su narradora nuevos aspectos de la existencia, otra interpretación de la realidad y formas de acceder a una vida mejor. Así, la naturaleza actúa como metáfora y vía de descubrimiento, mientras que el texto se convierte en un ejercicio práctico al exigir (o llevarnos a) una lectura reposada.
Los días en la península son como márgenes en blanco de mi propia vida. (...) Solo aspiro a conseguir el máximo margen para vivir sin complicaciones, un espacio en blanco.Recuerdo mis primeros tiempos en la península: siempre fuera, ocupada y obstinada en desbrozar y arrancar los tallos hikobae que crecían alrededor de los troncos.Puede que llegue una mañana en que, como el señor Okamura, también yo comience a caminar tambaleándome. Es posible incluso que pierda fluidez en el habla. La vida humana es una estrella fugaz.
El libro aborda temas centrales de nuestro presente, como el sentido de mantener a cualquier precio un ritmo de vida acelerado, la aceptación del envejecimiento y la necesaria conciencia sobre la mortalidad. Pero quizá se pueda echar en falta una reflexión sobre las dificultades para establecer límites entre la naturaleza y su modificación al gusto de las personas que habitan ese entorno -algo que sí vimos en El hombre que salvó los cerezos, ensayo histórico de Naoko Abe-. También parecería necesario hacer explícito que la forma de vida que propone es solo posible para unos pocos (no, por ejemplo, para las obreros que construyen las nuevas viviendas en el bosque).
En Nuestra hermana pequeña la cámara destaca la belleza de hitos que marcan el paso de las estaciones: el calor del verano del primer encuentro con Suzu, las lluvias que anuncian el final de esa estación, las hojas caídas en el otoño, el inicio de curso y los cerezos en flor de principios de abril, la recolección de las ciruelas y los fuegos artificiales de Kamakura en julio.
Basada en el inicio del manga Unimachi Diary (publicado recientemente en España como Nuestra hermana pequeña: Diario de una ciudad costera) y contagiándose quizá de esa estructura episódica, Kore-eda vuelve a algunos de sus temas favoritos: los lazos que acercan a personas más allá de los posibles vínculos biológicos directos, hasta que llegan a constituir una familia; el proceso de maduración personal y la sabiduría, apoyada en la inocencia, que albergan sus protagonistas más jóvenes. Las conversaciones diarias, las diferentes dinámicas de relación entre los personajes y el papel fundamental de la comida -símbolo del cuidado y de los espacios de disfrute compartidos- son los elementos con los que crea un nuevo retrato de lo cotidiano.
El cuento de la princesa Kaguya adapta una leyenda tradicional clave en la literatura japonesa, El cuento del cortador de bambú. Perfeccionando la técnica que conocimos en Mis vecinos los Yamada, los dibujos parecen láminas o lienzos pintados con acuarela, tinta negra y carboncillo, con una gama de colores que pasa de los tonos pastel a los más oscuros según las emociones de su protagonista.
Este anime conecta con elementos de la novela que hemos leído, más allá de las referencias al crecimiento del bambú. Vuelve a presentar lo rural y lo urbano como formas de vida contrapuestas (autenticidad y sencillez frente a artificiosidad y dependencia de los bienes materiales), además de retratar con detalle el ciclo de cambio constante -vida, muerte, vida- de las estaciones y los descubrimientos -quizá pequeños en tamaño, pero grandes en simbolismo- que podemos hacer si trasladamos el ritmo lento de la película y su voluntad de observación a nuestra práctica cotidiana.
Buenas tardes, gracias Jesús por tus comentarios de la novela "Las península de las 24 estaciones", de la Película "Nuestra Hermana pequeña" y "El cuento de la princesa Kaguya" , todos me parecen que relatan el contenido de las obras, escribes muy bien, En el caso del libro me ha gustado sentir como la protagonista nos hablaba desde su interior, plasmando sus pensamientos a través de la contemplación, el disfrute de cada momento del día, el trascurrir de los días de la vida desde ese pueblo de la península, lo he disfrutado muchísimo. Respecto a la película la he visto por segunda vez y me ha parecido mas bonita que la primera vez, aquí todo tiene un lugar, cada hermana, la casa, el jardín todo es parte del relato, pero me gusta sobre todo la armonía de las relaciones,la dulzura de cada personaje, en definitiva la parte buena de cada personaje a pesar que las cosas que puedan ocurrir en la vida, la escena final en la playa me parece preciosa, recoge la belleza del paisaje y de las cuatro mujeres. la armonía que expresan con sus sonrisas, una vez mas el Director apuesta por vivir la vida, afrontando los problemas que puede presentarse con alegría, sin reproches y sin culpas.
ResponderEliminarEl Comentario anterior lo ha escrito Laura Ibarra San Román, perdonar por no haberlo puesto.
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