Hiromi Kawakami, De pronto oigo la voz del agua (Suisei, 2014)
Shohei Imamura, Agua tibia bajo un puente rojo (Akai hashi no shita no nurui mizu, 2001)
Kenji Kamiyama, Ancien y el mundo mágico (Hirune Hime: Shiranai Watashi no Monogatari, 2017)
Las tres obras que hemos agrupado para esta sesión comparten el mismo riesgo a la hora de ser interpretadas: que un elemento narrativo -el parentesco entre los protagonistas, una peculiaridad fisiológica, el tono cómico, fantástico o juvenil- escondan la profundidad de los temas abordados. Y es que sus autores exploran, entre otros, la complejidad de las relaciones humanas, describiendo también el contexto sociohistórico de Japón.
Saberlo todo de alguien. ¡Qué cosa más terrible! Mamá habría dicho algo así, supongo. De hecho, recuerdo que una vez murmuró: «No me gustaría saberlo todo de alguien, me daría miedo. Ni siquiera quiero saberlo todo de mí.»
Kawakami (El cielo es azul, la tierra es blanca, Algo que brilla como el mar) emplea en la historia de Miyaki y Ryo los mismos recursos que en otras de sus exitosas novelas: el potencial evocador y simbólico de los sentidos, un tono a veces lírico, la presencia constante del deseo y del afrontamiento de la soledad como fuentes de conflicto interno, la búsqueda de la identidad en las mujeres, una mirada que se centra más en las percepciones que en la acción, la importancia del espacio físico para marcar el tono emocional del relato...
(¿Dolor, placer?)(Es lo mismo.)(No hace falta preguntarse por el significado.)(Porque siempre se escapará algo, o, por el contrario, algo se insinuará.)
En De pronto oigo la voz del agua esos elementos nos llevan a sus temas centrales: la relación problemática con la memoria y la nostalgia, cómo lo no dicho determina las relaciones familiares, el peso de la familia de origen. La turbulencia interna de los protagonistas, su incertidumbre y fragilidad, se reflejan en los hitos históricos que son citados en la novela. Contrastan, sin embargo, con la aceptación que muestran los personajes secundarios respecto a la conducta de los protagonistas.
Agua tibia bajo un puente rojo tiene algo del retrato sociológico y la mirada costumbrista, teñida de empatía con los personajes menos afortunados de la sociedad, de Jacques Tati o Aki Kaurismaki. Aunque Shohei Imamura -director de Lluvia negra, La balada de Narayama o La anguila, que comparte reparto protagonista y complementa la película que hemos seleccionado- añade aquí elementos oníricos y fantásticos, además de un humor gamberro en la representación del sexo.
Lo que se nos cuenta va más allá de la comedia romántica. Describe la situación de la sociedad japonesa en los años noventa, marcada por la crisis de crecimiento económico tras el estallido de la burbuja inmobiliaria. El periplo de Yosuke, víctima de un mercado de trabajo capitalista que excluye sin contemplaciones a quienes le han servido durante años, parece personificar el lento proceso de recuperación del país. Nos muestra a quienes lo han perdido todo -incluso el hogar-, sus estrategias de supervivencia y cómo intentan mantener la dignidad. Además, el guion plantea, por boca de sus personajes, dos cuestiones clave: la naturaleza del mundo -que se explora en el Super-Kamiokande- y qué actitud elegir ante una vida finita y frágil. Imamura opta claramente por la búsqueda del placer compartido -Saeko convierte su «enfermedad» en un elemento de conexión positiva-, la sinceridad y la confianza como pilares de cualquier relación y, por supuesto, la alegría.
Ancien y el mundo mágico es, en el fondo, un relato clásico de iniciación, en el que Kokone configura su identidad y genera una nueva relación con su padre y abuelo cuando descubre el pasado familiar (una anagnórisis que lo enlaza con la novela de Kawakami).
Kenji Kamiyama recuerda a animes ya vistos en la tertulia (El niño y la bestia, Perfect Blue) cuando entrecruza mundo ficticio y realidad, difuminando los límites entre ambos planos al permitir que se influyan mutuamente. También conecta con los muy habituales mecha de la animación japonesa, como Mazinger Z.
Al igual que en las obras anteriores, en ese marco se abordan cuestiones de interés: las relaciones entre tradición y modernidad -¿huye el relato del optimismo tecnológico sin matices?-, las diferencias de clase en una sociedad que obliga al consumo permanente -el mundo distópico del inicio no se aleja tanto del nuestro-, o la importancia de las ficciones para reflejar vivencias, deseos y conflictos -como hacen la protagonista y su padre-.
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