domingo, 7 de diciembre de 2025

Libros, librerías y bibliotecas

Michiko Aoyama, La biblioteca de los nuevos comienzos (Osagashimono Wa Toshoshitsu Made, 2020)
Shinsuke Yositake, La curiosa librería (Arukashira Shoten, 2017)
Miya Kazuki, Suzuka y You Shiina, El ratón de biblioteca I (Hon suki no gekokujo, 2015-2016)
Wim Wenders, Perfect Days (2023)

¡Por fin! dedicamos una sesión de esta tertulia a los libros -que nos guían en nuestro acercamiento a la cultura japonesa-, las bibliotecas -como la que hace posible la actividad-, las librerías y todas las personas -profesionales, usuarias, clientes y lectores- unidas a través de la literatura.
Lo hacemos con cuatro obras que presentan ese mundo desde perspectivas y con recursos muy diferentes, aunque todas transmiten una visión optimista de la realidad y, como es lógico, entusiasmo por la palabra escrita. Además, nos permitirán acercarnos a algunas tendencias del pensamiento tradicional japonés y del actual mercado editorial nipón.
 
En 2021, La biblioteca de los nuevos comienzos fue la segunda obra más votada para el Premio de los Libreros de su país, un galardón de naturaleza popular y comercial. Desde entonces, acumula ediciones en más de treinta idiomas y sus ventas, al parecer, superan los dos millones de ejemplares.
Es sencillo etiquetar esta novela como feelgood (para «sentirse bien») o healing fiction («relato sanador», una categoría surgida en Japón y Corea del Sur). ¿Los rasgos distintivos de este género? Trasladar un tono esperanzado; evitar a héroes o villanos y presentar personajes con emociones y sentimientos reconocibles; narrar conflictos significativos -muchas veces vinculados a la soledad, la pérdida o la culpa- pero que se abordan sin llegar a transformarse en dramas inmanejables; reforzar el papel de lo comunitario y de la conexión interpersonal.
Repetí estas palabras en mi cabeza: «Todo ocurre gracias a los puntos de conexión que tenemos con otras personas, tanto en el pasado como en el futuro»... 
Tratamiento positivo de los protagonistas y secundarios con características amables, optimismo, lenguaje sencillo, descripciones que incluyen referencias agradables para los sentidos (naturaleza, comida, espacios físicos serenos y acogedores), un toque de magia, menciones a otras obras... Como comprobaréis, las andanzas de la sra. Komachi cumplen todos los requisitos.
La estructura de la novela intenta subrayar el valor de la interdependencia y la necesidad de relaciones sociales positivas. Se trata de cinco historias breves que se entrecruzan lanzando pequeños guiños al lector, satisfecho cuando se da cuenta de las coincidencias que unen a los personajes. Para asegurar que a nadie se le escape ese mensaje, el último capítulo cierra el círculo y repite ¡en tres ocasiones! la tesis central. Y, aunque los personajes están bien definidos y despiertan empatía, la diversidad de generaciones y situaciones vitales no se ve reflejada en su forma de pensar o expresarse: todos hablan igual; incluso las versiones de su primera visita al centro comunitario o del encuentro inicial con la bibliotecaria parecen intercambiables.
Aoyama despierta hábilmente nuestro interés por las dos bibliotecarias y nos deja contentos al regalarnos pequeñas informaciones sobre su pasado y presente. Porque, a pesar de dejar abiertos los futuros de sus protagonistas, la autora no pretende despertarnos a través de preguntas, sino facilitarnos un sueño agradable mediante respuestas más que conocidas... Que quizá podrían reducirse a «si quieres, puedes», «el esfuerzo siempre tiene recompensa» o, incluso, «si escuchas tu interior, el universo te ayudará a conseguir lo que verdaderamente deseas». Todo muy cozy (cálido, confortable), pero situando la responsabilidad final en el individuo; pese a que hay una leve crítica a las expectativas, exigencias y precariedad del mundo laboral contemporáneo, no se cuestiona realmente el sistema, y parte de las soluciones propuestas se basan en resignarse a lo que hay y esforzarse todo lo posible por cumplir con esmero las tareas asignadas.
Pese a todo, hay que reconocer que algo adictivo tienen lecturas como esta. El mercado japonés está aprovechando el momento para producir a buen ritmo obras similares: Los secretos de la papelería Shihodo, El gato que cuidaba las bibliotecas, Mis días en la librería Morisaki, La papelería Tsubaki, La tienda de los deseos...
Y si queréis aprender a usar el fieltro de lana, aquí un vídeo de iniciación 😊:
 
 
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La curiosa librería
recuerda a obras de Tom Gauld como En la cocina con Kafka (2017) y La venganza de los bibliotecarios (2022). Yositake deja traslucir el mismo amor por los libros y respeto por los profesionales del sector que el autor escocés. Como él, a través del humor, retratando lo cotidiano y jugando con la fantasía, nos demuestra que la construcción inteligente del absurdo puede ser el mejor estímulo para generar un pensamiento autónomo. Plantea un retrato de la sociedad actual -la persecución del éxito, nuestro modelo de producción y consumo, el deseo de aparentar, la preocupación por el futuro-, analiza algunas dinámicas de relación y reivindica el papel de los recursos abiertos, como las bibliotecas.
La curiosa librería es un álbum ilustrado que funcionará bien a cualquier edad. Aunque las risas serán las mismas, generará preguntas y respuestas diferentes en cada persona. ¿Cuál ha sido vuestra historia favorita?
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Nacida como una novela ligera (o ranobe) destinada a publicarse de forma seriada en una web donde cualquier persona puede compartir sus historias, El ratón de biblioteca, como otras obras aparecidas en ese formato, ha recibido adaptaciones al manga y al anime.
Perteneciente al subgénero de fantasía denominado isekai («otro mundo») -que ya conocemos por El niño y la bestia y, en cierta medida, por Colorful-, el primer tomo de las aventuras de Myne muestra todas las características que lo convierten en una obra amable y original: dibujo atento a los detalles que se combina con una estética kawaii cuando desea ser más expresivo, personajes bondadosos, conflictos ligeros...
La pequeña sociedad medieval que nos presenta puede sugerir una cierta crítica a las diferencias sociales y de oportunidades, además de reivindicar la importancia de la alfabetización. Como la fabricación de productos cotidianos que inicia la protagonista, son cosas que damos erróneamente por sentadas.
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La relación de Wim Wenders con Japón es aún más profunda que la de otra directora alemana ya conocida, en la tertulia, Doris Dörrie (Cerezos en flor, Recuerdos desde Fukushima), y parte de su fascinación por Yasujirô Ozu (Cuentos de Tokio, Crepúsculo en Tokio).
Perfect Days, la película que representó al país asiático en los Óscar de 2024 y recibió dos galardones en los Premios de la Academia Japonesa, es el reflejo de esa admiración. Como señala la crítica de El Mundo: «Hace poco más 60 años el director japonés Yasujiro Ozu completaba su última obra maestra. Lo hacía poco antes de morir precisamente a los 60 años. Había nacido el 12 de diciembre de 1903 y moriría el mismo día de 1963. El protagonista de 'El sabor del sake' (este fue su adiós del cine) era el viudo Shubei Hirayama [en Cuentos de Tokio, el personaje principal, interpretado por el mismo actor, comparte apellido]. En 1985, un año después de la Palma de Oro por 'París, Texas' (que acaba de cumplir, por cierto, 40 años), Wim Wenders rodaba 'Tokio-Ga', un documental que también era homenaje y hasta oración dedicado, en efecto, a Ozu. 'Perfect days', la película que ahora estrena el alemán, sucede en Tokio y se cuenta en ella la historia de un tipo llamado Hirayama. Tenía que pasar.»
Aunque grabada con cámara digital, incluso la relación de aspecto 4:3 -el formato casi cuadrado- puede recordarnos a las películas del maestro nipón, cuyo cine retrataba la vida cotidiana, el paso del tiempo y la impermanencia, el contraste entre la modernidad y la tradición, el conflicto intergeneracional o la soledad. El mono no aware del cine de Ozu, como toma de conciencia sobre la belleza de lo efímero, resuena en el komorebi de Wenders.
Perfect Days se construye a través de los silencios (que dan a pie a Koji Yakusho para construir un personaje con rasgos de Chaplin) y de lo que NO se narra sobre los personajes. Esos vacíos suponen tanto una invitación a prestar atención a los detalles -el retrato de todas las personas que se cruzan con el protagonista es valioso precisamente porque apenas se nos presentan piezas, aunque son muy significativas- como la obligación de interpretar lo que hemos visto una vez finalizada la película -a semejanza de los sueños en los que se procesan las experiencias del día y en los que reaparecen esos juegos de luces y sombras pese a que, por su naturaleza, son fugaces y únicos-. ¿Es una paradoja?
Por ejemplo, ¿qué nos sugiere la fascinación de la joven Aya por Redondo Beach, la canción de Patti Smith de la que escucha(mos) hasta el verso «She was the victim of sweet suicide»? ¿Cuántas cosas nos dice sobre esta joven: «Everyone was singing, girl is washed up // Pretty little girl, everyone cried.»? Quizá podamos, en la tertulia, desgranar la historia de todos los personajes.
Frente a obras basadas en lo explícito, esta película necesita que construyamos significados. Cada interpretación será diferente, porque como espectadores asumimos un papel activo marcado por nuestra sensibilidad, expectativas y creencias. A mí me habla de un protagonista que, como cualquier otra persona, asiste a las alegrías y tristezas ajenas y experimenta en carne propia posibilidades de encuentros, algunos no realizados y otros que se completan. Cuando su rutina se ve modificada, se ve obligado a reconocer sus propios deseos y la posibilidad de la pérdida; gracias a ello, podrá enriquecer su vida.
Como hoy hablamos de libros, es imprescindible una referencia a los que aparecen en Perfect Days. Los dos relatos entrelazados de Las palmeras salvajes (William Faulkner) hablan sobre la relación humana con la naturaleza, el deseo, el encuentro y su final. Los ensayos recogidos en Árbol (Aya Koda) se vinculan a uno de los motivos recurrentes de la película. Y el cuento La tortuga (Patricia Highsmith) presenta la compleja relación entre una madre y su hijo.

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